Del huerto a la mesa

Del huerto a la mesa: el valor de lo que crece en Casa Cal Faro

Una de las cosas más simples —y a la vez más poderosas— que recordamos en los retiros es que lo esencial no necesita demasiados adornos. Dormir bien. Respirar aire limpio. Estar en silencio. Comer algo nutritivo y vivo. Todo eso nos devuelve a un lugar interior donde todo se siente más claro, más auténtico.

Y si hablamos de lo esencial, la comida ocupa un lugar central. No solo como necesidad física, sino como parte del cuidado, del ritmo del día, del placer compartido. Por eso, en Casa Cal Faro no solo cocinamos con cariño: también cultivamos una parte de lo que llega al plato.

Sí, tenemos nuestro propio huerto ecológico, y cuando está en plena producción, sus frutos y vegetales forman parte de las comidas de los retiros.

Un huerto que respeta los tiempos de la Tierra

El huerto de Cal Faro está pensado con lógica estacional y ecológica. No usamos productos químicos, ni forzamos el ritmo de crecimiento: seguimos los ciclos naturales, respetando el descanso de la tierra y cuidando los suelos como si fueran parte de la familia (porque lo son).

Durante el verano, nuestro huerto se llena de color:
🥬 Lechugas frescas y crujientes para las ensaladas.
🍅 Tomates jugosos que huelen a sol.
🫑 Pimientos verdes y rojos que le dan sabor y alegría a los platos.
🧅 Y otras pequeñas sorpresas que van cambiando según el año y el clima.

Cuando hay abundancia, esos vegetales van directamente de la tierra a la cocina, y de ahí al plato de cada participante. Sin intermediarios. Sin viajes largos. Sin etiquetas. Solo alimento vivo, recién recogido y preparado con dedicación.

Un gesto que se nota… y se siente

Muchas personas que vienen a los retiros lo comentan sin que se les pregunte:
«¡Qué bien se come aquí!»,
«Siento que mi cuerpo agradece cada bocado,»
«Hacía tiempo que no me sentía tan ligera después de comer.»

Y no es casualidad. Cuando la comida viene de cerca, cuando está cocinada con calma, cuando se ha cultivado con cuidado, algo se nota. No solo en el sabor, sino en cómo te sientes después. El cuerpo lo reconoce. Y lo agradece.

Cosechar también es parte del camino

Aunque no todos los grupos participan directamente en el huerto, a veces proponemos pequeños momentos de conexión con la tierra: ir a ver lo que hay creciendo, recoger algunas hojas para el almuerzo, tocar la tierra con las manos. No hace falta mucho tiempo para que algo se despierte por dentro.

💡 Cuidar un huerto es una forma de meditación. Observar cómo algo pequeño se convierte en alimento, después de sol, agua y paciencia, nos recuerda lo mismo que nos enseñan los retiros: que todo tiene su ritmo. Que las cosas importantes maduran a su tiempo. Que lo vivo no se fuerza.

Una alimentación que acompaña al proceso

En los retiros que acogemos en Casa Cal Faro, ofrecemos una alimentación casera, vegetariana y cocinada con amor. Los menús están pensados para nutrir el cuerpo y sostener los procesos internos que se viven durante el retiro: ni demasiado pesados, ni demasiado restrictivos. Justo en ese punto donde lo sano también es sabroso.

Y cuando el huerto nos lo permite, los ingredientes vienen directamente de nuestra tierra. Eso aporta una dimensión más profunda a la experiencia de alimentación consciente: saber que lo que estás comiendo creció a unos metros de donde estás, bajo el mismo cielo, con el mismo agua.

Comer lo que cultivamos: un acto de conexión

En un mundo donde la mayoría de la comida viaja miles de kilómetros antes de llegar al plato, poder comer algo que se ha cultivado justo aquí, en la finca de Casa Cal Faro, es casi un acto revolucionario. Y también un acto de amor.

Es una forma de cuidar el entorno, reducir residuos, honrar los ritmos naturales y reconectar con una relación más simple y honesta con la comida.

No se trata de perfección, ni de ser 100% autosuficientes. Se trata de recordar que lo que alimenta también se cultiva, que la tierra sigue dando cuando la cuidamos, y que un plato sencillo puede ser una medicina si está hecho con atención y presencia.

Si vienes a uno de los retiros que celebramos en Casa Cal Faro, puede que sin darte cuenta estés comiendo algo que creció a pocos pasos de donde estás. Y tal vez, mientras saboreas una ensalada o un tomate al sol, algo dentro de ti también se esté nutriendo, floreciendo o simplemente volviendo a casa.